jueves, 6 de mayo de 2021

MID BOGOTÁ


 

En tiempos en que el mercado de la música amenaza con homogeneizar todos los sonidos y en el que los documentales musicales se repiten entre sí como piezas publicitarias, aparece como un OVNI en medio de un campo lleno de hongos alucinógenos, este documental sobre los Síquicos Litoraleños (también conocidos en la provincia argentina de Corrientes como “El Pink Floyd de los pobres”). Esta película retrata de forma tangencial la historia de este grupo musical vanguardista, mientras se permite todo tipo de digresiones que incluyen entrevistas a un ufólogo aficionado, reflexiones sobre el origen extraterrestre de los hongos o un viaje a Vietnam. Con una estructura por capítulos que explora diferentes aspectos del mundo que rodea a esta particular banda de chamamé psicodélico, Encandilan luces… nos acerca a una región remota de la Argentina, llena de personajes estrafalarios y entrañables, que sustentan una vibrante escena musical en los márgenes de la gran industria discográfica.

Reseña: Camilo Villamizar

https://www.midbo.co/21/peliculas/imagenes-en-construccion/encandilan-luces/

sábado, 1 de mayo de 2021

Rockumentales (La Vida Útil)


 

por Alejandro Cozza

Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños

Los rockumentales podrían dividirse en dos categorías centrales -no únicas, pero sí las más usuales- en relación a sus criterios formales. Por un lado, el modelo expositivo clásico de factura cuasi televisiva que se mencionaba en la primera entrega de estos textos. Una modalidad que centra su interés en lo que una banda pueda relatar sobre su historia y sus particularidades, y en donde el realizador es omnisciente y abusa de las cabezas parlantes, el material de archivo, las voces en off informativas y alguna que otra recreación más o menos inspirada. En la otra vertiente, mucho más interesante, el realizador busca adecuar las formas documentales al espíritu musical que identifica a la banda. Aquí entramos en el lodoso terreno de lo interpretativo, en donde se busca adaptar un lenguaje a otro; el director, despojado de cualquier pretensión autoral, deja de lado su estilo para amoldarse al de la banda o intérprete. O, en todo caso, busca un punto intermedio en donde las intenciones artísticas del cineasta sean bastante compatibles con las del músico que intenta representar. ¿Ejemplos? Los rockumentales de Jim Jarmusch sobre Neil Young & Crazy Horse o sobre The Stooges. También la habilidad de Gastón Solnicki para interpretar la particularidad compositiva de Mauricio Kagel en Süden: un músico que encuentra sonidos e interpretaciones musicales en lo más banal de la vida cotidiana, y que Solnicki intenta emular siguiendo con su cámara a una de las cantantes al odontólogo. 

Encandilan luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños, el rockumental que nos ocupa en esta ocasión, es un claro ejemplo de esta última. Un grupo de jóvenes inadaptados en un contexto inusual (Curuzú Cuatiá, una ciudad de la provincia de Corrientes alejada de todo centro de poder cultural que no sea la música folclórica) que, lejos de renegar de su entorno e irse a probar suerte a la capital, parecen querer fundirse con su paisaje (geográfico y social) y, desde esas raíces musicales (el chamamé), transportarlo a un terreno de experimentación psicodélica (“chipadélica”, según ellos). En Curuzú Cuatiá el avistamiento de luces extrañas -la ufología como su pseudociencia- está en el ambiente popular, los hongos alucinógenos crecen como pasto y ambos son materia prima compositiva para el grupo, que por algo carga el mote de “los Pink Floyd de los pobres”. Cuando Gallo Bermúdez conoce a la banda entiende que hay algo absolutamente novedoso y libre en este grupo de desfachatados que salen al escenario cubiertos con máscaras y atuendos extraños (una cruza entre Captain Beefheart y The Residents con Tránsito Cocomarola, como se menciona en un momento; y Zappa, agrego yo, también a los Beach Boys del Pet Sounds) para que nadie supiese mucho sobre su identidad, y decide seguirlos obsesivamente. Esa ausencia de egos deja lugar a una locura desatada  difícil de encasillar por estar alejada del usual personalismo tóxico del star system rockero. Esto los salva del “pomelismo”. 

Atendiendo el carácter esquivo de los integrantes de la banda, Bermúdez incluye una serie de entrevistados que puedan echar luz sobre su fenómeno (acotado y muy regional, pero fenómeno al fin): desde periodistas y críticos reconocidos de Buenos Aires a intelectuales locales (sic, uno de los mejores chistes del documentales es rotular así a un correntino que no tiene nada que decir más que enredarse en conceptos plagados de lugares comunes) y hasta un biógrafo curuzucuateño tan improvisado como supuestamente oportunista. Hay mucho en Encandilan luces que suena a exageración o lisa y llana ficción, como la rivalidad con Cristian Osorio, líder de otra banda correntina llamada Los Saltimbankis, quien habría hecho carrera copiando temas y estética a Los Síquicos. La banda misma en su indefinido y ondulante hermetismo alimenta este tipo de leyendas. 

Las ocurrencias se suceden sin más orden narrativo que el de unos capítulos impuestos por montaje que busca infructuosamente organizar el caos, casi como una ironía más del metraje. Un “eje narrativo” es la divertidísima historia de la pérdida de sus guitarras en un chiquero, lo que habría generado (luego de la ingesta de hongos) que la banda abra sus puertas de la percepción (sic) a crear música con otros elementos menos ortodoxos. Resaltar dichas locuras podría resultar condescendiente, pero eso aquí no ocurre: los recursos formales que Gallo Bermúdez utiliza con astucia forman un collage de variados registros de video (muchos caseros) con calidades mutantes, un low-fi visual muy a tono con la banda. Con un montaje frenético, que siempre prefiere ocultar antes que revelar, en donde el foco está más en la gente que los ve y queda desorientada y el entorno campesino que en las devoluciones de la crítica especializada. Una forma de retratar la humildad de una banda que elige confrontar su música por sobre todas las cosas con la gente de su pueblo. Nunca hay autobombo sobre su arte, más bien todo lo contrario: Gallo Bermúdez insiste en fundirlos con el paisaje curuzucuateño haciendo al mismo tiempo y de un solo saque una gran película sobre la idiosincrasia de un lugar. Una gira por el interior provincial, por ejemplo, los encuentra subidos a un tráiler tirado por un camión devenido en escenario que sirve para la irrupción sorpresiva y diurna de su música en cualquier calle de tierra de alguna población X con los (pocos) lugareños como destinatarios ocasionales de su música. 

Los fragmentos finales encuentran a la banda estirando su influencia hacia un más allá radicalmente opuesto a toda idea de normalidad, incluso para sus “anormales” reglas (y contradiciendo su fuerte localía): Dick el Demasiado, ese extraño músico experimental holandés/argento, se fascina con ellos y les arma una gira por Europa que arranca por Holanda y en donde su “chamamé futurista” es venerado en los circuitos reducidos de la música más culta y experimental. Cuenta la leyenda (parece que real esta vez) que Alejandro Gallo Bermúdez vendió su auto para pagarse los pasajes y seguir a la banda en dicha gira pero, en vez de entender tal gesto como un triunfo de la música de Los Síquicos, se entiende ese viaje como un chiste que está llegando demasiado lejos. De un paisano de Curuzú a un adolescente indie de Rotterdam. Esa gira cambia poco y nada la idiosincrasia de la banda. Como el propio Dick el Demasiado dice, podrían haber tenido mucho más éxito a partir de ahí, pero parece que Curuzú Cuatiá tiene algo mucho más poderoso que los hongos y la ufología, el mate y la siesta, y eso tira más que yunta de bueyes. Los Síquicos nunca “la pegarán”; Gallo Bermúdez, menos (imagino que nunca recuperó el dinero de su auto), y al final del metraje tampoco sabremos mucho más sobre el paradero de los integrantes de la banda; ellos nunca serán entrevistados.

Hay un acting deliberado en hacer lo contrario de lo que se esperaría de una banda de rock fusión que da a Los Síquicos su fuerte personalidad, tanto como su música. Es un juego de ida y vuelta en donde se saben venerados por un sector especializado del establishment que quiere sacar notas ubicándolos en casilleros (la nueva música del Litoral que trae aires frescos a la escena nacional), pero al mismo tiempo repelen esa idea. En definitiva, lo que retrata Alejandro Gallo Bermúdez y da absoluta coherencia al todo es el gran corte de manga que ellos le hicieron siempre a esa industria musical y al exitismo artístico. Encandilan luces puede que sea de las mejores películas argentinas de los últimos años, pero obviamente está también a kilómetros de todo lugar de autentificación dentro de la industria cinematográfica local y pasará de largo bajo todo radar de reconocimientos, por más merecido que estos sean. Banda y película aunadas en mandar a la mierda a las industrias de legitimación. 

http://lavidautil.net/2020/04/15/rockumentales-3/

lunes, 26 de abril de 2021

LOS ENMASCARADOS TIENEN SUS RAZONES (Roger Koza)



Apenas se vio y es una película gloriosa sobre un grupo de música cuyo solo nombre ya reclama curiosidad.

Para los iniciados, o los devotos de las expresiones musicales menos confiscadas por la industria del espectáculo, Los Síquicos Litoraleños constituye tanto un mito regional como una singularidad empírica del devastado escenario del rock argentino, ya un remedo de sí, en el que diversos grupos musicales se suceden intentando en el mejor de los casos sonar bien y complacerse en cierta respetabilidad cosechada por giras y temas musicales. Por otra parte, los músicos han aceptado la contingencia de su época: lo concreto de un concierto y la volatilidad de sus registros que están en todos lados y en ninguno definen la experiencia de hacer música. 

Lo que llegó a filmar Alejandro Gallo Bermúdez es una experiencia crepuscular, o más bien la crisálida de una materia a otra en el mundo de la música. La transición estética que comprende el paso de una época analógica a otra digital se puede advertir en el film con suma precisión. Sería imposible saber de la existencia de Los Síquicos Litoraleños sin la aparición de internet, del mismo modo que sería inimaginable si no existiera una amalgama distorsionada entre los miembros de la banda y el ecosistema regional que define el nombre del grupo, como también la precariedad del urbanismo de la ciudad en la que viven. Alguien invoca en el transcurso del film dos términos para discernir lo inusual del grupo: naturaleza y cibernética. Esos términos no se explican, pero organizan la puesta en escena. El campo abierto y la navegación por internet coexisten.  

En ese devenir, tan determinante para el cine como para la música, el objeto elegido es la misteriosa historia de un grupo de chamamé futurista. Así lo define un hombre presentado como un intelectual de Curuzú Cuatiá, la ciudad de Corrientes de la que provienen Los Síquicos. No es la única voz que intenta definir la música del grupo. Periodistas porteños y litoraleños, músicos correntinos como también de Buenos Aires y Ámsterdam, productores europeos, lutieres curuzucuateños, ufólogos y micólogos, y asimismo amigos y vecinos añaden una perspectiva sobre el grupo y el contexto del que provienen, como también se llega a conjeturar las influencias y el legado de este. Todos dicen algo relevante, pero nadie consigue develar el misterio de la formación. Y menos aun el propio Gallo Bermúdez, quien decide con astucia proteger el misterio de la banda y multiplicarlo.

El procedimiento es inteligentísimo. Cuando el cineasta no acopia testimonios diversos, acompaña a los músicos; estos se dejan filmar en sus ratos libres y en distintas presentaciones. Gallo Bermúdez los sigue metódicamente por mucho tiempo y en escenarios diversos. Puede ser en una localidad de Corrientes, en un show en Buenos Aires o en una gira europea en la que Los Síquicos Litoraleños se presentan sin hacer concesiones de ningún tipo ante audiencias holandesas, inglesas, belgas y francesas. Casi siempre están enmascarados, ninguno asume un liderazgo y tampoco expresan el deseo de decir quiénes son y qué hacen.

El mutismo grupal es decisivo, no menos que su política de evanescencia, como si los músicos existieran solamente en los conciertos, en los discos y en los videos en YouTube. En este sentido, hay un personaje clave en el film, un hijo estético de la banda, Cristian Osorio, líder alguna vez de Los Saltimbankis y después de Krishna y los Extraterrestres. Es un músico talentoso, pero un artista demasiado preocupado por definir quién es, qué hace y cómo evoluciona su estilo. Una declaración en el epílogo prodiga la cifra de todo: a este le interesa la respetabilidad de su música; el reconocimiento no le es indiferente y disfruta ser un partícipe de la escena musical. Será un miembro destacado del underground, pero es un miembro periférico del espectáculo. En ese contraste jamás subrayado pero sí expuesto se dirime la política de la banda y sus miembros, de la que nada trasciende, excepto que uno de ellos vendía libros. En esa economía austera de información, el film conjura la falsedad del espectáculo y se guarda para sí la verdad estética de una expresión musical que se erige en el ocultamiento de la identidad de quienes la ejecutan, acaso una condición de posibilidad para registrar el placer de los músicos en cada oportunidad en que tocan. 

En dos ocasiones, entrevistados de distintas nacionalidades comparan a Los Síquicos Litoraleños con Pink Floyd y suman un énfasis semántico que pareciera desentrañar con justicia la identidad musical de la agrupación: “Pink Floyd de los pobres”. La cadencia amable de los ritmos litoraleños, la desobediencia tonal de las canciones, la elección instrumental y la indumentaria circense y campesina de Los Síquicos Litoraleños no tienen absolutamente nada en común con la banda inglesa aludida. No los une ni la estética musical ni la pretérita posición antisistema de los creadores de The Wall. Es otra cosa, pues se trata de un fenómeno sonoro y melódico que se resiste a la clasificación. He aquí otra belleza de la banda y su irreductible poética (low fi, como califican erróneamente los europeos), la cual puede apropiarse de tonalidades extrañas y trabajar en cortes abruptos y sofisticados que niegan un presunto primitivismo musical ligado a lo tribal.

Dada esa descripción del grupo, hay que decir algo más sobre el film: su hermosura radica en la mímesis con la que aborda su objeto. Su montaje es tan preciso y riguroso como los cortes de la banda, sus planos pueden ser tan crudos como elegantes, y todo eso lo disimula como si se tratara de un simpático documental sobre una banda de rock que solamente puede interesar a los entendidos en la materia. Pero aquí late, en verdad, el cine más irreverente y libre, el que no cosecha medallas ni galardones, pero que vindica la gran tradición de ir a filmar lo anómalo y lo descuidado, allí donde el asombro aún puede resplandecer frente a un mundo demasiado visto y oído.

***

Encandilan Luces, viaje psicotrópico con Los Síquicos Litoraleños, Argentina, 2019. Dirigida por Alejandro Gallo Bermúdez. Escrita por Gallo Bermúdez y Santiago Van Dam.

Roger Koza / Copyleft 2020

http://www.conlosojosabiertos.com/encandilan-luces-viaje-psicotropico-con-los-siquicos-litoralenos/

 

jueves, 22 de abril de 2021

“Destellos y chamamé psicodélico en Curuzú Cuatiá” (Revista Caligari)



En Encandilan luces. Viaje psicotrópico con Los síquicos litoraleños Alejandro Gallo Bermúdez sigue las huellas de la emblemática banda de chamamé psicodélico nacida en Curuzú Cuatiá- la Liverpool del chamamé como la llaman algunos- provincia de Corrientes. En este rockumental nada convencional lo bizarro, lo improbable e inexplicable se vuelven rasgo distintivo de su estética y poética.

Desde hace años Gallo Bermúdez registra las presentaciones de Los síquicos litoraleños luego de escucharlos en vivo y quedar encandilado ante un show de sonido y estética psicodélica. El director no es el único que sufrió esta suerte de encantamiento, también lo sintieron muchos jóvenes músicos de Curuzú Cuatiá que se vieron profundamente influenciados por el sonido y la estética de Los síquicos.

Si los rockumentales intentan develar el misterio que se esconde detrás del éxito de bandas y músicos, en Encandilan luces el proceso parece ser absolutamente el opuesto: no debelar el misterio. A pesar de los testimonios que brindan allegados y especialistas del chamamé y del rock, la voz de los protagonistas permanece en las sombras, solo se manifiesta a través de su música y presentaciones. La mística que se genera en torno a ellos también se construye a partir de relatos de espectadores casuales. Al separarse del registro riguroso y la construcción de un relato lineal queda algo de espacio para la ficción. El espectador por momentos puede incluso dudar de la verosimilitud de algunos hechos ya que se escinden elementos centrales que ayudarían a comprender como ocurre el recorrido y el crecimiento de la banda que concluye en una gira en ciudades europeas. A través de esta acción deliberada de omisiones, este zigzagueo en torno a la historia lineal, el director pone en duda la verosimilitud del registro documental. Logrando que por momentos el espectador llegue a preguntarse: ¿no estaremos frente a un falso documental? No solamente se establece un cruce entre documental y una posible ficción, también se despliega una mixtura de géneros que abarcan desde la comedia hasta la ciencia ficción. El resultado es una narración que escapa de la solemnidad, llena de libertad creativa y experimentación.

El proceso de hacer una película puede ser un acto amoroso y es tal la compenetración y admiración del director hacia sus personajes que el propio proceso creativo de la película comienza a amalgamarse con el de Los sónicos. El cambio afecta a ambas partes, que de forma paralela dan el salto de lo amateur a la profesionalización. Lo notable es que no pierden la frescura de esos primeros sonidos e imágenes en el traspaso, el espíritu de hazlo tu mismo permanece intacto. Las imágenes grabadas en Mini DV conviven con imágenes de mayor calidad, el sonido grabado en soportes caseros se fusiona con grabaciones más fieles. La afinidad también es estética y poética, tanto la banda como el director se valen de una multiplicidad de referencias, soportes y texturas, logrando una nueva reinterpretación y apropiación de todos esos elementos diversos que confluyen en un collage psicodélico y alucinante. Desde lo lúdico y experimental, a tientas, sin un plan previo ni estructuras rígidas Gallo Bermúdez sigue genuinamente esa luz que tanto lo ha encandilado.

Por Belén Paladino, para Revista Caligari.

https://caligari.com.ar/encandilan-luces-viaje-psicotropico-con-los-siquicos-litoralenos2019-de-alejandro-gallo-bermudez/

martes, 2 de marzo de 2021

"How You See Is What You Get" by Lola Beraldi

 


Every story results from the tension between form and content. But these rarely deviate from the usual. In the film Dazzle Lights, the viewer is confronted with a radical blurring. Read an essay about the possibilities of surreal and nonlinear narrative.

The dance between form and content alters the course of a message, but also its very electricity and affiliation to the underlying story. The documentary form provides a clear setting for such a dance. A narrator unravels insights onto the life and tribulations of their subject. Stylistic tools, like off-camera narration, complementary cutaway shots, or chronology of interviews, support the logic of sequential storytelling.

The objectives of a documentary are to define, explain, shine a light, create a narrative, and illuminate reality. The form of how the story is delivered accompanies a process of gradual elucidation in grasping the why, who, what, and where. Yet when the subjects of a documentary are more surreal than real, and their very ethos is to not be defined, a storytelling dilemma emerges. Why stick to the traditional form if it doesn’t appropriately reflect reality?

From Amusement to Rejection

The filmmaker Alejandro Gallo Bermúdez took on this challenge with his film Dazzle Lights, in which he attempts to capture the tale of chamamé folk agitators Los Síquicos Litoraleños. These musicians are as bewildering as they are daring, crunching through Northeastern Argentina with patched-together instruments, creating experimental waves of shamanic cumbia folk. They provoke a range of reactions in local villagers, from amusement to enthusiasm to downright rejection and confusion.

These cryptic and extravagant people call for alternative ways to illustrate their antics. As such, the documentary finds ways to adapt and innovate by blurring the separation between form and content, allowing a more authentic worldbuilding that reflects surrealism, fascination and confusion.


Filmstill: «Dazzle Lights», Alejandro Gallo Bermúdez, 2018.

When Is the Song Starting?

Dazzle Lights shies away from a linear, digestible narrative, and instead settles on the bemused and divided impressions of those who orbit around the band’s sound: «they bring chamamé to rock, or something like that»; «they interpret the future»; «just four or five wackos»; «futuristic shamans»; «I didn’t understand anything»; «when is the song starting?»; «people in costumes with weird music». To describe their music in their own words, the Síquicos Litoraleños use chipadelica.

The film makes no pretense of answering questions. Instead it brings together footage in the style of a travelling circus. Bermúdez merges lo-fi and high quality images with testimonials from confused locals, galvanized journalists, and UFO sighting enthusiasts. By disrupting intuitive patterns of interpretation, he brings us closer to the dissonant, facetious truth of the film’s protagonists – and leaves us with plenty more questions.


Lola Baraldi is an event planner and writer publicly focusing on music and privately on poetry. Her mission is one of diffusion and transmission of the arts, with special love for electronic music and street art culture. As a master’s student in cultural and artistic management, her focus is on socially inclusive cultural policy.


https://norient.com/lola-baraldi/how-you-see-what-you-get